miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tercer día, tercera semana, y ahora... ¿qué? ¿eh?

Yo sé lo que es la vida convulsa, sé lo que es perderse sin mapas, sin nadie que espere al final del camino; yo sé cómo saben la derrota y la carencia, el exceso, el abuso, la nostalgia. Conozco el tacto áspero del abandono y también el del engaño, sé lamerme las heridas arrinconada en la cuneta; nunca olvido el precio de un gesto aparentemente cordial. Yo sé tragarme el orgullo con hiel y puedo andar con el peso de una breve infancia a cuestas, yo no quise olvidar ni aprender a la fuerza. Yo sé que pesa el pasado y la sangre duele, que invitan las carreteras; yo sé que el futuro no espera y se me da muy mal complacer. Yo elegí mi vida cuando sólo quedaba un camino, cuando al otro lado se desmoronaba el mundo; eché a volar pensando que habría billetes de vuelta pero se fueron temprano. Quemaron las naves, tiraron las llaves; se olvidaron de preguntarme.

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